Hay quienes aún tenemos las rodillas con marcas de caídas de cabra chica; llena de costras, y con tiempo, mucho tiempo acumulado. Somos las mismas personas que tenemos manos angulosas de charly, con cueritos y huesudas de más.
Manos de lavar ropa y andar en bici.
A ratos se ríen de lo rápido que hablamos, o de aquellos extendidos momentos de asombro sin sonido.
Pero no nos importa.
Desde serena a coquimbo, con piernas fibrosas y cuerpo de sudor, no podemos hacer yoga.
Cumming con moneda; entre 'cáctuses' y casa pareadas, no hace falta tanto rodeo.
Con galpones coloniales y caca de mendigo hay conejos para perseguir en los arbustos.

Nuestro rol es precisamente el error: confundir faldas con blusas y corazones con casas.