viernes, junio 08, 2007

El chicle globo: Dos en Uno. (dedicado a mix: feliz cumple churris)



Alimento que no alimenta, comida que no se excreta, energía que se consume, aparentemente desaparece, pero finalmente se transfiere en el acto del globo. Como un vómito conciente –deliberado-, que no explota en ácidos sino en vacío. Un vómito con aires de tutti-frutti; el chicle –‘confundido con el excremento’- entra y sale por el mismo orificio.
Vuelve a la mano, y potencialmente a su envoltorio, retorna disminuido, insípido e incoloro, no como sólido, sino transformado en una masa amorfa y pegajosa ahora agotada.

Ni crudo, cocido o podrido, sino las tres. Aquella falta de mediación digestiva es suplida por tres estados del mismo elemento –siempre utilizando igual volumen- que varían según, también, tres espacios específicos:

Chicle fuera de la boca pre-ingesta; en su estado sólido, seco, geométrico, a temperatura ambiente (crudo; en su condición esencial de sustantivo: chicle).

Dentro de la boca; elástico, salivoso, sobre la temperatura natural, aplanado (cocido; como verbo: masticando chicle).

Y nuevamente fuera de la boca, volviendo a endurecerse y a recuperar su calor inicial, pero como bola irregular e inútil (podrido; perdiendo su condición referencial aludiendo tanto al verbo como al sustantivo: chicle masticado).

Deambula y muta, -versátil- en el transcurso lineal de una historia con principio desarrollo y fin. Historia, validada en su sencillez, que consiste y sobrevive no por su materialidad y calidad, sino por su uso.
Transcurridos los ya convencionales aproximados dos tercios, aparece el real objetivo-tensión-climax del chicle; el globo. (Momento ubicado dentro del segundo estadio).

El globo requiere una condición particular de adiestramiento y precisión con respecto a la consistencia de la ‘goma de mascar’-no tragar-. El hacer globos como acto de aprendizaje individual intuitivo e infantil;

“El chi… para hacer globi… más diverti…” (El chicle para hacer globitos más diverti-dos-en uno)

Se ejerce poder sobre el objeto; se manipula, domina y somete.

La lengua empuja contra el paladar aquella masa ya maleable, la estira aplana y coloca un extremo de ésta en presión contra los dientes frontales inferiores. Luego, penetra y empuja el chicle formando un espacio delimitado por una tela fina y elástica que, a medida que se extrae el músculo, comienza a llenarse de aire –y a su vez exponiéndose al exterior de la boca- una burbuja creciente y ambiciosa hasta su estallido.

Es en este mismo estadio intermedio interno-externo a la boca, donde se revela la función principal del dos en uno; el juego (compartido).

“Comparte tu vida, comparte tu dos en uno”

Una burbuja dual; dos globos, dos niños y dos explosiones como espejo que jugando con la goma de mascar, comparten desde un mismo elemento dos experiencias.
Un estallido potencialmente colectivo, explosión de fantasía, risa y la broma; lo divertido como contenido que se desenvuelve finalmente como vacío.

Las calorías de azúcar materializadas y transferidas a la explosión del globo, aquella energía, propia de la nutrición de la comida, que se dispara y asimila al exterior del organismo boicoteando al cuerpo quien, habiendo masticado, espera alimento, pero sólo recibe el excedente azucarado diluido en abundante saliva desnutrida.

La plasmación de una materia no renovable, rápidamente abarcable y reemplazable en el estallido del globo, se desoculta como una experiencia también ignorable; el masticar chicle. Ignorabilidad por su condición aislante en pos de una multiplicidad de acciones simultáneas, caminar y comer chicle, incluso ‘comer’ y hablar.

El chicle como alimento industrial, indefinido en su elaboración y composición –químico y vegetal-, que se posiciona como elemento cotidiano, parte del imaginario colectivo, y ritual. El mito del chicle y el rito comerlo.
El dos en uno, por un lado contra-económico con el valor de uso por sobre el valor de cambio, pero a su vez dentro de la ley del mínimo esfuerzo; extraer la mayor cantidad-provecho desde la menor calidad. Finalmente, así como el ciclo de la goma de mascar se posiciona como una historia, también descubre una moraleja. En tal acto infantil de hacer globitos, propiamente individual, se propone una estrategia de marketing donde se fomenta el valor de la comunicación colectiva y valoración al patrimonio.

(“El chicle globo con más tradición y con más amigos”)


5 Comments:

Blogger Chissock said...

Siempre fui más adepto al Miti-miti =D

11:10 a. m.  
Blogger mix said...

ay que grosso, te pasaste!!

10:50 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No entendi one comino de esta merda

4:32 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

PUTA MADRE

4:33 p. m.  
Blogger ángela said...

y quién sería la puta o la madre?

5:36 p. m.  

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