domingo, julio 29, 2007


CANCIONES QUE PRENDIERON AYER EN LA FIESTA DE CUMPLEAÑOS NÚMERO 60 DE RAULÍN.

Michael Jackson, Billie Jean
Carlos Vives, Pa Mayte
Antonio Rios, Ámame
Praise You, Fat Boy Slim (momento del paso playa)
Kaoma, Lambada
The Clash, Shoud I stay or should I go.

... y la lista continúa, híbrida, lo sé.
Es que en un cumpleaños de "autoayuda", sino , cómo?!

Mención honrosa:
Grupo de compaero de la escuela de arquitectura de valparaíso de Raul, "Rock and Old"... sí, Rock and OLD.

[imagen: 100 personas de las manos en una ronda, cada una de ellas con un sticker con su nombre, una instructora de biodanza, de look setenta ochenta (lorenne) al centro con un micrófo saturado a ratos hablando del baile del agradecimiento a la vida y la amistad. la gente comienza a camian mociend sus brazos. siempre tomados, y a saludarse con la mirada, mientras de fondo suena ".. hello hello... i say good bye yo say hello....."]

COMPAÑEROS INDISPESNSABLES DE BAILE:

Cris Vega; maestra!
Chiss "Michael" Hidalgo.
Maquita y su toquede perreo inocente.
Coty, la gurú de las canciones de matrimonio.
Nagriiii y Mix (con sus tres panes en pano) en su preciada visita flash.
Adrián y su skate.

Mención Honrosa:
mi madre con sus movimientos de brazos tipo sesenta, y culín travieso.

(sólo pueso decir, freak, tanto así, que estuvo increíble)

gracias a los asistentes.

viernes, julio 27, 2007


post-serena

que ricas las onces con la abuelita sorda de la dani.
(abuelita para la cual yo estoy casada con gabo.)
Vimos un pájaro sin cabeza y le hicimos un funeral en la playa con la niña javi y pequeño tomi
Gabriel perdió 12 lucas en el casino y a mi me dio miedo cruzar la calle.
El señor cruzando el pasillo roncaba reprimidamente, y muy feo.
La caro costa va a tomar estética del cine conmigo los viernes.
Hagamos un musical con las naciones de la novicia rebelde; puedo cantar edelweiss?
Tomamos mate en la playa,
y yo me qería bañar, o mojar las patas, pero andaba con pantis.
negri, feliz cumpleaños.

miércoles, julio 18, 2007

domingo, julio 08, 2007


sábado, julio 07, 2007



Jeff Wall y La imagen pornográfica

Los Medios de comunicación masiva han influido de tal modo y con tal impacto la representación, ya sea dentro de ellos mismos, como en, se supone, el género que se aislaría de ellos -el arte, la (alta)cultura- que esa, alguna vez, línea divisoria entre de estas dos áreas, es ahora imprecisable e inútil. Esto, debido principalmente a que se retroalimentan y así como, por ejemplo, Internet es en 70 por ciento pornografía, este mismo hecho, y estas mismas herramientas que otorga el sistema, son modos, ideologías e implementos tanto de tal forma como del arte contemporáneo. Son formas permeables a la tecnología, así como ésta, además de funcionar como herramienta, genera y articula sociedades. Vemos como el lenguaje espectáculo implícito en toda la publicidad y géneros artísticos, ya sea el teatro ‘In your face’, el ‘Art Povera’ o incluso en ‘Arte Abyecto’, están basados, principalmente, en el concepto de espectáculo[1]; la impresión, el efecto y lo impactante de una percepción. Así la televisión, como medio masivo por excelencia recoge y arma esta imagen que cumple y satisface con el deseo de este cuerpo latente e hipnotizado estandarizado; cuerpo adicto a lo potencialmente real, a la toma en directo y su factor sorpresa-espectacular.

Jeff Wall, fotógrafo canadiense, trabaja con escenas en transparencia, como un set de televisión[2], a gran escala de impresión digital. Meticuloso en detalles y acontecimientos que sólo suceden ante la cámara, en su fotografía se ve todo lo que la cámara, potencialmente, ha podido sacar. Ese mismo desocultar, resulta provocante, en la medida que calcula, nomina y cuantifica aquello que los ojos pueden ver y del modo en que lo ven. Así dentro del cotidiano (como la escena en la fotografía ejemplo), vemos lo siniestro; lo extraño en lo normal del absoluto enfoque. La hiperrealidad, lo pornográfico de mostrar todo y a la vez nada en un plano que, sin ser primero ni cerrado, pareciera abarcar demasiado o nunca lo suficiente como para acceder a alguna información. Esa transparencia, como el strip tease, que al mostrar todo en un acto predeterminado por una función pre-gestionada, finalmente, olvida lo que significa realmente despojarse de lo excedente para acceder a la ‘verdad’ .Una que trasciende el espectáculo y que se encuentra finalmente en el no-cálculo del acto.[3]


La estrategia de Wall estriba en las consideraciones que por mucho tiempo dominaron el ideal de la pintura en la historia del arte, el cómo hacer de la imagen una impronta significante, en donde su contenido fuera único y literal al mismo tiempo que simbólico y trascendente. En este sentido me refiero particularmente a la pintura gótica y renacentista del siglo XIII al XV, el tipo de pintura desarrollado en estos siglos numerosas veces ha sido tildado por perseguir una forma cerrada, una imagen que se reduce a la representación de signos independientes y autónomos, referenciales, significantes que al mismo tiempo se encuentran y presentan en una situación que es transformada y sublimada gracias a la decodificación e identificación de sus componentes.

En Jeff Wall encontramos imágenes fotográficas, escenas sin ningún interés aparente, particularmente el autor ha decidido democratizar la resolución de absolutamente todo, no encontramos un primer plano ni un fuera de foco, al contrario cada objeto, espacio y lugar porta de una importancia singular-paralela.

De esta manera, la resolución presentada interviene directamente en la búsqueda de significado de la imagen por medio del espectador, ya que en ningún momento la imagen facilita una posición o lugar donde la mirada enmarque comprensivamente el escenario que se le impone. De manera tal que, en las fotografías de Wall, nos encontramos ante una imagen que, más que de-significarse por completo en una imagen no sometida bajo una mirada, transforma la mirada como un dispositivo y pulsión que lo somete todo a lo potencialmente significante.

En las fotografías de Jeff Wall se articulan desde la paradoja y el absurdo. Bajo la utilización consciente de formas reconocibles y citas de la historia del arte, las escenas son formuladas en torno a la composición escenográfica, plástica y estética. Cada elemento en su nítida resolución interviene de esta manera como potencial significante, en ningún caso el significado de dicho elemento está dado de una manera inteligible, el elemento es presentado sustancialmente en potencia de un significado dado más que por su capacidad de ser puesto en relación paralela, que de su prioridad con todo lo demás.

De esta manera, la imagen de Wall, impone una consideración plástica en la imagen que deja de lado completamente la utilización estética del imaginario visual como mensaje, al mismo tiempo que resalta su necesidad como fenómeno evidenciándose meramente como nada más que lenguaje. De tal manera, podríamos inscribir la presentación escénica de las fotografías de Wall bajo estrategias propias del barroco. Refiero con esto, a la intención de articular la imagen como superficie-simulacro que sitúa su efecto en la participación activa de un espectador, que desde fuera, identificando tal escena y montaje, se ve involucrado en una nueva temporalidad suspendida, siendo capaz, de ese modo externo-interno a la imagen, de completar lo representado por medio de la experiencia de su encuentro. Esta experiencia, al ser mediada por la misma condición de la imagen -en un soporte fotográfico- y que supone atestiguar otro momento de origen, imposibilita su real acceso. El entrar al sentido de la imagen como si fuese un patrimonio, es imposible debido a la intencionalidad de la fotografía misma, a la información y la no transparencia de la imagen técnica como lenguaje. Ese patrimonio se esconde en el mundo objetual, no en el imaginario, como un acto histórico, y no el materialismo o prejuicio que posteriormente lo desglosa. De este modo, reconstituye como la participación virtual en la misma puesta y soporte[4], que siendo absolutamente nítida materialmente, cuestiona precisamente la calidad, difusa e inaccesible, de la información verdadera que extraer de ella.

Así como percibimos y sabemos el mundo a través de imágenes; parciales. Todas estas funcionan en nuestra consciencia como absolutamente enfocadas, luego, dentro de la consciencia, transcurren actos sintéticos que juntan en una ‘idea’ todos aquellos perceptos para posteriormente, como concepto e imagen constituida, ubicarse en el centro de aquella idea (no imaginaria) formada, como una especie de síntesis y formar un mundo ideal absolutamente nítido y a la vez siniestro (debido la perpetua falta de algún precepto o cara de un objeto). Es así como la fotografía de Jeff Wall parece calzar con esa visión de mundo en la consciencia, ideal e imaginaria donde todo se ubica en un orden, posición y resolución particular. En la fotografía de Wall se presenta una potencial imagen en la conciencia como un simulacro dentro del mundo material, donde parece, en un tiempo sospeso, ser tan ‘claro y distinto’ que oscurece y difumina la misma claridad e inteligibilidad del referente.

“La fascinación es la pasión desencarnada de una mirada sin objeto, de una mirada sin imagen. Hace mucho tiempo que todos nuestros espectáculos mediáticos han franqueado el muro de la estupefacción. Una exacerbación vitrificada del cuerpo, una exacerbación vitrificada del sexo, una escena vacía en la que no sucede nada, y que, no obstante, llena la mirada. También la información, o lo político: no sucede nada, y, sin embargo, nos sentimos saturados.” [5]

En la pornografía sexual, especifico el campo ya que ésta no se limita exclusivamente al sexo[6], la imagen impone un criterio de lo que no se debería ver ni hacer, pero que al mismo tiempo gustaría. El deseo del acto experiencial real de cometer tal acción se suple bajo la experiencia virtual de verla y participar frente a una pantalla luminosa[7]. Aquellos 16.5 centímetros[8] parecen ser suficiente distancia para establecer la imagen como otra, pero nunca demasiados para comprender que no significa un conocimiento y saber real de la potencia simbólica de ella.

Así como Wall nos plantea una escena, la imagen pornográfica, obscena, nos la quita de manera visual y la ubica en el plano imaginario potencial. Una potencialidad que simula un ‘en directo’; lo excéntricamente cotidiano -por ejemplo, mujeres fuera de lo común que se involucran con tipos ‘normales’. La fantasía de lo que ‘podría suceder’, así la condición también pornográfica de los realities y las noticias-. [9]

Esa toma instantánea que, debido al error, a los improvistos se desenvuelve como ‘más verdadera’, más valiosa’, y que desde lo hiper-cercano y la hiper-definición, desde el ‘culo en primerísimo primer plano’ pretende descontextualizar a tal modo, que la posibilidad de inserción en la escena-obscena sea infinita. Que la significación de tal imagen recortada-encuadrada desde la no distancia, sea abismal y sublimada a la potencia de ‘mi propia realidad’ en la experiencia de otro yo virtual. Ese consumo de la imagen espectáculo, la obsesión y dominio desde y del objeto, y la mirada voyerista es la que irrumpe con la privacidad y luego intimidad de la experiencia del ser-en-el-mundo.

Es así como Jeff Wall esconde tras una escena cotidiana -si bien siniestra-, esa obscenidad, la obscenidad de una puesta en la que se juega con la ambigüedad de ‘mi participación’ y que dentro de la potencialidad simbólica del ‘cuadro’ se encuentra ese otro yo que tiende a otro en ella (en la escena), ésta se devela desde la mirada

Ese espectáculo que no existe en primera lectura, pero que se provoca en el imaginario de las relaciones objetuales en la fotografía, ese primer plano que se abre, pero resuelve democráticamente como si fuera uno cerrado.

El morbo como imaginario y haber previo en el receptor que, sin estar literalizado o plasmado en la foto, busca con su mirada vacía e inquieta lo espectacular, hasta encontrar esa torcedura y provocación en la imagen.

La violación consciente de una relación yo con otro-yo-en-sí, como pantalla, es donde la supuesta dualidad y bidimensionalidad de canales de información (en una relación dual) se hace unidireccional pasiva y discreta[10], simulando en falsa copia, una acción experiencial. Fracturan el espacio de lo íntimo, tanto de la escena cotidiana, potencialmente obscena, como la obscenidad pornográfica, potencialmente escénica.

Así, en el libre albedrío del espectador estandarizado en una falsa singularización de una acción privada en el simulacro -con un estímulo a su vez homogenizado-, se presenta fácil y seductor el acceso para la interpretación de la imagen. Una en potencia de realidad, de experiencia y saber aparentemente transparente, cuando en realidad, en el ser-aparecer, bajo una luz verdadera, se devela el ocultamiento y falsedad de tal conocimiento y deseo.

“La realidad de los cuerpos inocentes ha sido violada, manipulada, arruinada por el poder consumista; esta violencia sobre los cuerpos se ha convertido en el dato más macroscópico de la nueva época humana. Las vidas sexuales privadas, como la mía, han sufrido el trauma bien de la falsa tolerancia, bien de la degradación corpórea, y lo que en las fantasías sexuales era dolor y gozo, se ha convertido en suicida desengaño, en informe desidia” [11]


[1] La imagen espectacular, dentro del espectáculo, que entra por el óculo, y que es espera expectante.

[2] Set de televisión en la medida que es un montaje que apela aun espacio cerrado, a una esfera de otro tiempo y con diferentes significantes en sus componentes. Provoca una realidad y familiaridad, así también, juega y hace literal su falsedad; una falsa transparencia.

[3] Tal vez importante relacionar aquel ‘desocultar provocante’ con lo que es el ‘pensar calculante’ en Heidegger. El pensar, desde el fenómeno nominable, cosificable y parte de un stock-bestand sustituible, el provecho desde una fuente. El falso desocultar del río para saber cuanta energía hidráulica contiene, olvidándose finalmente del ser (desde el origen) del río mismo.

[4] El hombre se proyecta a futuro, potencialmente en su realidad, así consume imágenes técnicas que suplen ese deseo, uno contextual donde no sólo se quiere al ‘objeto’, sino también su ‘contexto’; verme con ese en tales condiciones.

El ser-en-el-mundo se proyecta en un espacio donde se somete a “reservas de su futuro como si en realidad éste ya existiera” y donde esta virtualización de su despliegue finalmente termina de modo exclusivo sólo con la muerte, el único acontecimiento que en su ‘desocultar real’ –acceso al origen- se escapa de la imagen e imaginario, ya que es inimaginable. (Dorfles, G, “Nuevos Ritos. Nuevos Mitos”, Lumen, Barcelona, 1969)

[5] Baudrillard, Jean, El otro por sí mismo. (http://www.temakel.com/texfilotrosimismo.htm).

[6] En la medida que se la define según Cherchi Usaim, como el hecho de que el propósito de esas imágenes sea transgredir los códigos morales generalmente aceptados en la vida colectiva, imagen que se opone a la ideal

[7] […] La obscenidad y la transparencia progresan ineluctablemente, justamente por que ya no pertenecen al orden del deseo, sino al frenesí de la imagen. En materia de imágenes, la solicitación y la voracidad aumentan desmesuradamente […] (Baudrillard, Jean, El otro por sí mismo. (http://www.temakel.com/texfilotrosimismo.htm).

[8] McLuhan, Marshall, La Comprensión de los Medios, Diana, Méjico, 1969.

[9] “La gente disfruta viendo a otra gente hacer bien aquello que a ellas les gusta hacer” (Roman Guber, El Eros Electrónico)

[10] El hombre se tiende a controlar de sus deseos en esta falsa experiencia, en esa potencialidad, y en hacer sin actuar de manera real. Ese otro virtual, en sí mismo “…se define no tanto por la explosión libre de las emociones como por el encierro, o sea la “discreción”, signo e instrumento del self-control. Sobre todo nada de excesos, de desbordamientos, de tensión que lleve a perder los estribos; es el replegarse sobre sí” Con esto, la ya comentada nueva intimida de la experiencia virtual contemporánea. (Lipowetsky, “La era del vacío”, Anagrama, Barcelona, 2002.)

[11] Pier Paolo Pasolini.

martes, julio 03, 2007

¿Y si la realidad se disolviera bajo nuestros ojos? No en la nada, sino en lo más real que lo real (¿el triunfo de los simulacros?). ¿Si el universo moderno de la comunicación, de la hipercomunicación, nos hubiera sumido no en lo insensato, sino en una enorme saturación de sentido, consumiéndose con su éxito; sin juego, sin secreto, sin distancia? ¿Si toda publicidad fuera la apología no de un producto, sino de la publicidad? ¿Si la información no remitiera ya aun acontecimiento , sino a la promoción de la propia información como acontecimiento ? ¿Si la Historia no fuera más que una memoria sin pasado, acumulativa a instantánea? ¿Si nuestra sociedad ya no fuera la del "espectáculo", como se decía en el 68, sino, más cínicamente, la de la ceremonia? ¿ Si la política no fuera más que un continente cada vez más periclitado, sustituido por el vértigo del terrorismo, de la toma de rehenes generalizada, es decir, la figura misma del intercambio imposible? ¿Si toda esta mutación no dependiera, como creen algunos, de una manipulación de los sujetos y las opiniones, sino de una lógica sin sujeto en la que la opinión se desvanecería en la fascinación? ¿Si la pornografía significara el fin de lo sexual como tal, a partir del momento en que lo sexual, bajo la forma de lo obsceno, lo ha invadido todo? ¿Si la seducción sucediera al deseo y al amor, es decir, también allí el reino del objeto al del sujeto? ¿Si de repente la estrategia sustituyera ala psicología? ¿Si ya no se tratara de oponer la verdad a la ilusión, sino de percibir la ilusión generalizada como más verdadero que lo verdadero? ¿Si ya no hubiera otro comportamiento posible que el de aprender, irónicamente, a desaparecer? ¿Si ya no hubieran más fracturas, líneas de fuga y rupturas, sino una superficie plena y continua, sin profundidad, ininterrumpida? ¿Y si todo ello no fuera entusiasmante ni desesperante, sino fatal?

Párrafo final, Jean Baudrillard.
El otro por sí mismo.

porfa lean ese libro.