sábado, junio 21, 2008



próximamente:
1. La cuestión de la infancia y juventud(lo juvenil) en Beatriz Sarlo a través de la obra de mario Z
(próximamente por que, como todo fin de semestre, estoy terminando 5 ensayos, ninguno de ellos lo suficientemente odioso y detestable como para hacerlo a la rápida, entonces -haciéndole caso a mis adorados amigos fieles guachitos con quienes compartí hoy en la tarde noche- voy una cosa a la vez. En otras palabras, iré una cosa a la vez, subiendo lo que considere puede ser interesante desde algún punto. Y me imagino el ensayo sobre Mario Z, artista chileno, a quien considero muy MUY bueno, saldrá piola -por tanto, lo prometo como próximo. Por otro lado, está el ensayo sobre Heidegger, para el miércoles...al cual no le tengo tanta fe -creo, honestamete- me queda un poco grande, pero bueno, ahí vemos que engendro sale, y por último, lo subo como chiste.) (el medio paréntesis que me mandé)
Y claro, ahí fotos de algunas obras de don Mario.
seco.

domingo, junio 15, 2008

Clinamen y Conato

La imagen como recurso filosófico; significación y relevancia de la imagen para la composición de conceptos en Lucrecio y Spinoza.

“un concepto no es más difícil, ni más fácil de comprender que de mirar una imagen”

(Gilles Deleuze, Mille Plateaux)

En este ensayo se tratarán dos niveles de un mismo problema; por un lado, el modo de despliegue de una filosofía, y por otro, el contenido de ésta. Lo que aúna ambos horizontes, será la cuestión de la utilización de la imagen como recurso de exposición filosófica –en particular, a propósito de los conceptos de clinamen y conato– en los textos de Lucrecio y Spinoza. El uso de la imagen al que se remite, no se caracteriza por tener un modo metafórico ni analógico, sino que se presenta como el contenido teórico mismo en las imágenes. En otras palabras, la pregunta a responder es la de cómo el concepto se da, en la profundidad de su apariencia y experiencia, como imagen. En pos de fundamentar lo anterior, responderé en primer lugar a la pregunta ¿cuál es el significado y qué connotaciones tiene la imagen –en sí misma– en los respectivos autores? Y en un segundo nivel (aunque aún dentro de este primer momento), ¿qué tienen de común clinamen y conato que permite su despliegue desde la imagen como el modo de presentación/exposición y composición más acertado? Dicho de otro modo, ¿cuál es el motor común a ambos conceptos, que los constituye en potenciales imágenes filosóficas, más bien que en abstracciones filosóficas?

Si bien el trabajo se desarrolla siempre en vistas a la resolución de las anteriores preguntas –ello constituye el objetivo central de este ensayo–, se hace sin embargo necesario, tanto revelar la motivación inicial (es decir, la intuición inicial) sobre la reunión de los conceptos. Es, a su vez, también preciso contextualizar –ubicar, describir y desarrollar–, de modo más bien general, tanto las filosofías, como los conceptos en cuestión. De ese modo, ya insertos en nuestro particular problema, –y desde donde nos interesa (el texto mismo y las imágenes contenidas en él)– ubicar aquellos puntos que develen las claves para responder a la propuesta de tesis.

1. Desde afuera;

Clinamen y Conato se presentan como conceptos fundamentales y fundacionales en los pensamientos de Lucrecio y Spinoza respectivamente. Cada concepto u operación del pensamiento, en su particular universo filosófico, parece reunir nociones que, tanto cimientan, como sirven de canal para una lectura paralela de los autores. Al mismo tiempo que, situando estos conceptos en lo que –a grandes rasgos– une y caracteriza ambos movimientos filosóficos –epicureismo y spinozismo-, encontramos prima facie una suerte de apuesta común por la experiencia, sensibilidad y cuerpo: en el epicureismo como teoría de la experiencia en vistas a una terapéutica, y en Spinoza como “filosofía práctica”.

La anterior apuesta por un nuevo acercamiento a la experiencia y cuerpo, es la que, del mismo modo, y por lo ‘potente’ de los conceptos mencionados, se ve de manifiesto también en ellos. Clinamen y conato se presentan como conceptos inestables, es decir, dan cuenta de un movimiento; de cuerpos y desplazamiento. Esta movilidad de y en los conceptos, es –paralelamente– abordable desde dos niveles. Por un lado, ‘en relación’ ya que conmueven y afectan a su entorno filosófico; son potencias que atraviesan el pensamiento donde están insertos, y lo modifican. Por otro lado, pueden ser abordados ‘en sí mismos’, en la medida que, en su contenido teórico, tratan de potencia, movimiento y desplazamiento. En otras palabras, podríamos afirmar que tanto clinamen como conato generan una propuesta vital; producen y son movimiento, hablan de y se constituyen como movimiento. Es decir, ponen en circulación una teoría que nace desde sus potencialidades originales y originarias.

Clinamen y conato, entonces –nociones móviles, auténticas e inmanentes– se ubican en la experiencia misma, se constituyen como conceptos de la experiencia, a su vez que experiencias del concepto. Mi tesis es, por tanto, que imágenes de la experiencia, y experiencias de la imagen, radican en lo que hay, y en lo que hemos llamado ontología de la inmanencia o –desde Deleuze- el devenir.

2. Desde la experiencia;

A. Epicureismo: Sensación y desvío.

“… Preparé como cosa suficiente para ellos un resumen del total de mi obra de investigación, con objeto de que retuvieran en su mente mis conclusiones, y además las más generales, para que sean capaces de ayudarse a sí mismos en las cuestiones principales a lo largo de los diversos momentos de su vida, ayuda que guarda correlación con el grado de intensidad con el que aborden el estudio teórico de la Naturaleza”[1]

En primer lugar, es importante destacar que el pensamiento epicúreo se despliega en torno a la materia, en torno a la composición del universo y sus organismos desde el átomo y vacío. Materia entendida desde la noción de naturaleza como potencia fundamental, creadora y configuradora de todo lo existente. Como el mismo Epicuro escribe en su carta a Herodoto: “en la medida en que se interesen por la naturaleza, comprenderán también mis ideas principales”. Es decir, es desde este modelo natural y material atomicista que propone, que el humano debe descubrir la ciencia de la naturaleza; conocimiento que guarda las verdades más elevadas de la sophía para la liberación de la ignorancia en el ser humano (estado que arrastra al temor y sufrimiento). En otras palabras, el saber en la filosofía epicúrea esta dirigido hacia un saber fundado (episteme), un saber para la vida en donde la mera opinión (doxa) o convención del mito ‒ y la superstición que conlleva éste como forma de vida‒, sólo arrastra a desmesuras. De este modo, Epicuro y su discípulo Lucrecio afirman un saber desde la naturaleza, un estudio de la física, y por tanto, uno al que se accede a través de la percepción y sensibilidad; un saber desde el cuerpo. “Hallarás que la noción de verdad nos viene dada, en primer lugar por los sentidos, y los sentidos son irrefutables”[2]

Inserto en el movimiento y desde el presente: es así como accedemos a experiencias que, en su integración a través de una actualización en la memoria, forman el conocimiento de lo total para la vida. Si bien lo anterior alude sólo aquellos fenómenos de los cuales podemos ser testigos empíricos, no se niega en absoluto la existencia de aquello que no podemos percibir –el campo de lo no manifiesto, o no evidente‒ sino que al contrario, se afirma que aquellos fenómenos, como por ejemplo incluso el del átomo y vacío, son entendidos desde el campo de lo manifiesto a través de un acceso semiótico. Desde lo evidente, entonces, accedemos a lo no evidente.

En otras palabras, se postula que las sensaciones, causadas por cuerpos externos, son irrefutables y funcionan como impresiones en los órganos sensoriales. Éstas ‒las sensaciones‒, son organizadas e interpretadas por un conjunto llamado prolepsis (anticipaciones o imágenes), las que, si bien operan a posteriori, son indudablemente previas a la racionalización (importante es recordar que ni la imagen, o sensación son erráticas en sí, sino que el error viene siempre de la opinión o juicio). En última instancia, aparecen los sentimientos, entendidos como sensaciones acompañadas por el placer o dolor que les corresponde; de cierto modo, la base de la vida moral.

Este proceso funciona de la siguiente manera: las cosas proyectan de sí mismas destellos que afectan al sujeto receptor, y éstos, son los que generan lo anteriormente descrito (sensación, imagen y sentimiento). Ahora, importante es que tener en cuenta que para la afección del cuerpo, no se hace necesario sólo el cuerpo como soporte, sino que también un alma que abarque y atraviese todo éste, ya que es ‒precisamente‒ en el encuentro material de ambos (el alma es también material) donde aparece la sensación.

Entonces, como enunciado anteriormente, la naturaleza ‒que en su mínima e indivisible expresión es átomos y vacío‒, es quien configura y compone el total de lo que existe en diversidad y multiplicidad. Ahora, más allá de este presupuesto epicúreo, la manera en que opera este ‘núcleo atómico generador’, es el que nos interesa particularmente; la naturaleza funciona de modo tanto inmanente como mecanicista. Acá es donde se centrará la atención, en la medida que, si comenzamos por las bases de que todo es átomos y vacío, luego, que el átomo dotado de peso cae incesante e invariablemente por él, y finalmente que de este mismo átomo surge un decline, una variabilidad desde el mínimo pensable –clinamen‒, llegamos a la cuestión de mayor relevancia para este ensayo: el movimiento y la libertad adjunta a él. Éste, si bien se da por un lado desde lo predeterminable ‒ya que sabemos los átomos caen verticalmente por su peso‒, también en simultáneo, se desenvuelve dentro de lo incierto y variable. El átomo se desviará libremente de su corriente, chocará con otro de modo también incierto, haciendo posible lo diverso en la naturaleza.

“En fin , si todo movimiento siempre se conexiona, y se origina siempre de otro anterior en determinado orden, y si los elementos no ocasionan, desviándose, cierto principio de movimiento que infrinja la ley del hado para que no siga una causa a otra desde el infinito, ¿de dónde viene esa libre potestad de los seres animados sobre la tierra, de dónde, pregunto, se ha arrancado esa a los hados para proseguir adonde nos viene a cada cual en voluntad y desviar también nuestros movimientos, no en determinado tiempo ni en lugar determinado, sino cual dispone la mente misma?” [3]

Finalizo esta síntesis de ciertos aspectos del epicureismo con una cita extraída de Lucrecio y el Simulacro por Gilles Deleuze, cita que por un lado reúne lo anteriormente expuesto, y a su vez, funciona de modo conector para lo que será la respectiva revisión a la teoría de Spinoza.

“Los epicúreos operan otra separación de la causalidad, que también funda la libertad: conservan la homogeneidad de la causa y el efecto, pero dividen la causalidad en series atómicas cuya independencia respectiva queda garantizada por el clinamen, que no es destino sin necesidad, sino causalidad sin destino, donde los acontecimientos no parecen exactamente incorporales, pero son presentados, sin embargo, como no existentes por sí mismos, impasibles, puros resultados de los movimientos de la materia, de las acciones y pasiones de los cuerpos.”[4]

B. Spinoza: Cuerpo y afección.

“Lo que es acción en el cuerpo, es a la vez acción en el alma, y lo que es pasión en el cuerpo, es también necesariamente, pasión en el alma”[5]

(Acá voy escribiendo. A continuación un plan de desarrollo con respectivas notas y apuntes.)



[1] Epicuro, Carta a Herodoto (E. C. H.) 49

[2] Lucrecio, De Rerum Natura, IV 483-486

[3] Lucrecio, De Rerum Natura, II 251 – 260.

[4] Deleuze, Gilles, Logica del Sentido; Lucrecio y el Simulacro p. 12-13)

[5] Spinoza, Ética, Escolio III.